Horas de tren
Voy en un ten cruzando la meseta en pleno temporal por una vía por la que nunca antes había viajado. Desde Zaragoza, como fiel guardián, el Ebro me acompaña encauzando sus desbocadas aguas, que inundando campos, viñas y caminos, permanecen respetuosas a unos pocos metros de la vía.
El río sabe marcar lo que es suyo, y respetar lo que no lo es, y es algo que periódicamente nos deja claro con sus toques de atención.
Los árboles que en verano dan sombra con su frondoso follaje a las secas riveras estivales, acarician ahora con sus ramas desnudas, atreviéndose a sumergir a veces sus troncos, en las frías y revueltas aguas, que el temporal borrascoso precipita sobre la tierra y el Padre Ebro recoge sosegadamente en su seno para llevarlas al mar. Read more →
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