30 años del 23-F, ¿realmente entendemos el significado de la democracia?
Como todos habréis podido comprobar por la insistencia de los medios de comunicación, al margen de que hoy sea el aniversario de un invento que revolucionó el mundo, como la imprenta, se nos está atiborrando hasta las orejas con el golpe de estado del 23 de febrero de 1981, golpe que atentaba contra una joven democracia instaurada con la voluntad común de un país.
En días como hoy se defiende a capa y espada esta soñada democracia, a la que se identifica con la libertad, olvidándonos del verdadero sentido de este sistema: la capacidad de participación. Participación en asociaciones, en peñas, en sociedades, en organizaciones, en ayuntamientos, en diputaciones, en el gobierno. Participación que directa o indirectamente nos permite manifestarnos tal como somos, y este hecho es el que realmente nos permite ser libres. Pero por desgracia nos estamos olvidando de esto: la juventud escasamente participa en nada que no sea lúdico-festivo, y no digo que esto sea malo ni mucho menos, pero no creo que el botellón ayude mucho a forjarse como persona. Tenemos a nuestra disposición innumerables medios de participación impensables hace apenas tres décadas, sin ir más lejos, un blog, o las redes sociales. Pero la participación no es utilizar estas herramientas sin más, si no en unión con el resto de personas.
30 años después del golpe de estado que hizo peligrar por unas horas todo esto, el denominador común de este país es, lejos del espíritu democrático, la pasividad y el «dámelo todo hecho», y este planteamiento gana fuerza conforme desciende la edad del grupo que tomemos como ejemplo. Basta observar las imágenes del congreso en aquel día y ver que muchas caras siguen por ahí revoloteando, por esos mundos de la política, y si siguen ahí es, entre otras cosas, porque no surgen nuevas opciones más jóvenes y fuertes que permitan que estos veteranos caigan en el olvido.
Siento mucho ser tan pesimista un día como hoy, pero es que tengo la impresión de que en vez de seguir al hilo del progreso que debería conllevar una democracia, nos estamos quedando peligrosamente estancados. Recuerdo cuando estudiaba en la universidad, que el año que entré la Delegación de Alumnos estaba llena de actividad y de ideas, y apenas cuatro años después, cuando terminé, los estudiantes que llegaban carecían de cualquier tipo de interés por participar en el único órgano que les daba voz y voto ante los dirigentes universitarios.
Para confirmar esto he buscado los datos de abstención de las últimas elecciones generales, y rondaron el 25%. Seguramente habrá muchos que no voten porque no quieren este sistema, pero lo triste que muchos otros no votan porque les da igual, y porque prefieren pasar el día durmiendo que perder media hora en votar, en elegir, en ser libres. Y si al final votan unos pocos, nos vamos a acercar a una dictadura democrática, donde unos pocos eligen y acaban mandando los de siempre porque nadie se quiere mojar.
No esperéis a que os lo den todo hecho, y si algo no os gusta, intentad cambiarlo, tenéis en vuestra mano todo cuanto necesitáis para alcanzar el consenso necesario y realizar el cambio. Ánimo, participad y moveos. No podemos permitir que se pierda lo que tanto nos ha costado conseguir.
Un saludo.
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