Qué es, y qué no es, la Democracia, y lo que ello implica
Desde luego no voy a hablar en este post de la democracia griega, que dista mucho de lo que hoy en día calificamos con tal nombre, pero sí voy a hacer una reflexión sobre lo que es, y lo que pensamos que es pero no es.
Recuerdo mis clases de ética y la definición de libertad: posibilidad de elegir. Primer problema: ser libre no es poder hacer lo que uno quiera, si no el poder elegir lo que uno quiere hacer, e inseparablemente, asumir las consecuencias de lo que uno hace. Dicho esto, ¿es la democracia sinónimo de libertad? Pues hombre, en un sentido amplio de la palabra, sin duda, sí.
Un país democrático es, por norma general, un país libre en tanto en cuanto en él se puede elegir a sus gobernantes, y por tanto conlleva caer en la definición dada: hay posibilidad de elegir y por tanto libertad. Ahora bien, como he dicho, toda elección conlleva unos hechos y unas consecuencias. Me remito al 20 de noviembre, cuando el PP ganó por abrumadora mayoría en este país. El pueblo, nosotros, los ciudadanos, pudimos elegir, y de la elección salió esa amplia mayoría. No voy a entrar a debatir ahora sobre si está bien o mal ponderada (ya sabemos cómo es el tema de la ley electoral), pero es lo que hay.
Meses después, tras dar de manera democrática, y por tanto libre, la potestad de gobernar a estos señores, se oyen cada vez más lamentos en la calle por las consecuencias que esto está acarreando (y las que nos esperan). Pues bien, amigos, no os engañéis: la culpa de esto es de dos grupos de personas, libres y democráticas, por supuesto, que pudieron elegir y eligieron, pero no pensaron en las consecuencias de sus hechos.
Por una parte, hubo un grupo de votantes que hartos de la pérdida de rumbo de la izquierda decidió votar al PP. Muchos de ellos no cayeron en la cuenta de que votaban una legislatura carente de programa electoral, y que por tanto tiene carta blanca para hacer cuanto le plazca. Por otra parte, y a éstos sí que hay que recriminarles su actitud, están quienes decidieron no manifestarse y pasar olímpicamente del tema. En ambos casos me refiero a quienes, tomando una u otra decisión, hoy en día muestran su total desacuerdo con la política que marca el rumbo del país. Estos señores no se dieron cuenta de que su libre decisión conllevaba una imparable subida de los votos de la mayoría absoluta, y hoy se lamentan de que el gobierno hace lo que quiere. Claro, porque puede, porque es quien manda y no tiene que contar con nadie.
Así que a unos y otros (de los que no pensaron bien y hoy se arrepienten), a lo hecho, pecho. Y ahora a tirar pa’lante y a ver lo que nos viene encima, pero a partir de ahora, cuando digáis que sois libres, pensad las cosas dos veces, porque una cosa es hacer lo que uno quiera al libre albedrío y otra muy distinta tomar decisiones.
Un saludo.
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