El utópico mundo de los tejados
Miro por la ventana y observo ante mi un mundo de tejados, chimeneas y antenas. Por un momento acaricio la utopía idílica de un mundo perfecto, un mundo que sobre nuestras cabezas salva los enormes vacíos sociales que hay en el suelo. Un mundo con vistas privilegiadas a las estrellas, al sol, a la luna, a las nubes. Un mundo tranquilo. Las antenas orientadas allá donde encuentran su fuente de inspiración, que luego hacen llegar al mundanal suburbio urbano. Ondas que viajan por este mundo sin problemas y que son conducidas a través de cables hasta las fauces sociales de la urbe cosmopolita. Y luego, entre llantos, gritos, indiferencia y desasosiego, el mensaje de difumina en el espacio esperando llegar a algún observador ya resignado que lo espera impaciente entre las sombras de los altos edificios. Suena el teléfono.
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