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Hoy me he dado el siempre poco saludable pero sabroso gusto de comer una hamburguesa del burriquín, o bueno, más bien ir a pedir una hamburguesa para llevar, porque me la he comido disfrutando de la agradable temperatura que hace estos días en compañía de @jorgecasas. Esto no sería nada del otro mundo si no fuese por algo anecdótico y extraño: en el mostrador había un señor, ataviado con el uniforme de burriquín, y un cronómetro en la mano, que iba apuntando en una hoja de papel los tiempos que tardaba en servir la pobre muchacha que atendía a la gente.

Pero no me voy a quedar ahí, a ver si soy capaz de recrear la visión general del lugar: barra del burriquín, empleadaexplotadamalpagada estresada porque le están midiendo los tiempos, empleadoexplotadomalpagado estresado porque no da de sí para sacar los pedidos de la cocina, señor con cronómetro que sólo pulsaba un botón y apuntaba y encargada, que conversaba con el señor del cronómetro. Bonita estampa, ¿verdad? ¿Y cuál es el resultado que persigue Burger King con esto? Imagino que mejorar el servicio, pero es una suposición, porque realmente no lo sé, pero sí os puedo decir el resultado que consigue:

• Estresa al trabajador que nos tiene que atender.
• Le mete prisa (de forma indirecta).
• Se pone nervioso.
• Mi Nestea se derrama en la bolsa por las prisas (poca cantidad, pero se derrama).
• Y lo peor… no me han puesto servilletas.

Así que muy bien, señores del Burger King, bravo por sus métodos de control, porque yo he quedado muy satisfecho con el personal, pero muy enfadado con la empresa por no darme servilletas.

Y ya que estamos, y como observación: ¿de verdad se van a arruinar si echan un mísero sobre de mahonesa? Es que no lo entiendo que tengan barra libre de ketchup y no den un mísero sobre de mahonesa si no es pagando, ¡sólo uno! Ni siquiera quiero el ketchup, hagan un esfuerzo, al menos a este servidor lo llenarán de alegría y felicidad, aunque sea sólo por no haberme puesto servilletas.