Septiembre
Llega septiembre. Si lo piensas bien es un mes contradictorio: por una parte terminan las vacaciones (para muchos), comienza el otoño, finaliza la vida en el campo, preparando el letargo que llega hasta que vuelva la primavera, pero al mismo tiempo comienza la vida, los colegios, las clases, los trabajos…
Si te paras a pensar verás que septiembre siempre ha sido un mes especial en tu vida, pese a ser el noveno del año, siempre es un punto de inflexión. Recuerdo que llegaba este mes y tocaba comprar los libros del colegio, que siempre los del curso que te tocaba eran los más caros de ese año. Libros nuevos, pinturas, estuche, mochila… Y el forro, tocaba forrarlo todo. Para mí el forro adhesivo fue el mejor invento del mundo. Sí, para muchos es un coñazo, se arruga, se pega, se dobla y acabas tirándolo todo, pero por alguna razón conseguí dominar la técnica de forrar los libros con ese maravilloso invento.
Y también había que hacer etiquetas. Primero, a mano; después, a máquina (todo un arte también); finalmente, a ordenador. El ordenador supuso un gran avance: en dos minutos tenías etiquetas para empapelar toda tu casa. Y de paso, podías imprimirte los horarios las veces que quisieras, incluso uno para cada cuaderno, así siempre tenías esa valiosa información a tu alcance. Grandes, pequeños, con dibujos, con colores…
Pero los años pasan y toda esa ceremonia se simplificaba y adquiría otros matices: llegaba la Universidad. Allí ya no había forro, a veces ni siquiera era un nuevo punto de inicio dentro del año, porque los exámenes que no habían cesado hasta julio, ya habían comenzado la última semana de agosto. Y aún así tenía su encanto: final del verano, nuevos horarios, a ver qué profesores te tocaban este año, a ver cuántas segundas y terceras matrículas ibas a tener que pagar, volver a las rutas de autobús, los carnets, las fotos, las fichas de clase… Y seguir coleccionando las papeletas de examen que te habían sobrado, ese resquicio de antaño que algunos aún disfrutamos en nuestras convocatorias y que era otra excusa para sacar dinero, porque si se te olvidaban no podías entrar al examen, y gustosamente te daban un duplicado previo pago del correspondiente tributo.
Y la vida sigue y sigue llegando septiembre, y ahora no hay libros, ni forro adhesivo, ni horarios, ni profesores… Pero sigue habiendo cosas diferentes que te indican que es el mes en cuestión, como los atascos que se organizan con todo el mundo que vuelve a su trabajo y se amontonan a las 8 de la mañana, como si su mente aún estuviera de vacaciones.
Tan obvio es que septiembre marca un cambio de ciclo que incluso históricamente era en este mes, con San Miguel, cuando se procedía a renovar los contratos de arriendos de tierras y pastos (costumbre que aún se mantiene en muchos lugares de España). La antesala al nuevo año, y el comienzo de la despedida del actual.
Feliz mes.
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