21 de enero de 2011
Dice el artículo 9.2 de la Constitución Española, norma suprema del ordenamiento jurídico de España:
Corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integra sean reales y efectivas; remover los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud y facilitar la participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social.
Y concreta en su artículo 14:
Los españoles son iguales ante la Ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social.
Bajo estas premisas de igualdad, todos conocemos el vergonzoso caso de los precios de las entradas a las discotecas españolas y su diferencia de precio en función del sexo del cliente.
El pasado lunes 10 de enero, expuse todo el proceso que he recorrido hasta la fecha a la radio pública de Aragón, donde el programa Esta es la Nuestra accedió a tratarlo en antena y contactó con dos partes fundamentales ligadas a este tema: un abogado, para cubrir la parte legal, y la presidenta de la Asociación de Salas de Baile y Discotecas de Huesca.
El abogado la verdad es que no sabía muy bien qué responder al tema en cuestión, y mucho me temo que no porque no supiera, si no porque se ha visto que hay un vacío legal bastante grande en lo referente a la regulación de la igualdad de género en nuestro país. Y es que hay mucha medida populista en busca de votos, pero realmente no hay ni una sola ley real y efectiva, porque si así fuera, esta situación no tendría lugar.
Por su parte, la representante del sector me tachó poco menos que de loco y paranoico, diciendo que este tipo de queja era desmedida y que en ningún momento existe tal desigualdad, ya que esta diferencia de precios, que sí reconoció que existe, es, según ella, por razones de marketing que atienden a motivos estadísticos: las mujeres consumen menos alcohol que los hombres. Partiendo de esto, podría llegar a considerar válido tal planteamiento en el caso de un local con barra libre, ya que parece ser que el consumo por parte de una mujer será menor que por parte de un hombre, pero no alcanzo a entender que yo pague por entrar a una discoteca, una mujer no pague, y luego cada uno pague sus bebidas dentro, ya que en ese caso el gasto de cada uno será proporcional a lo que consuma.
Expuesto esto, os voy a poner mis conclusiones:
- A la Administración estatal, autonómica y local le da igual si hay o no hay desigualdad.
- A los empresarios no les da igual, si no que les interesa que esta situación exista, ya que su forma de negocio se basa en el siguiente planteamiento prehistórico y digno de documental de la vida salvaje: si yo soy empresario y lleno mi local de «hembras», los «machos» vendrán a cazarlas y pagarán lo que tengan que pagar; y como encima la estadística dice que beben más que ellas, haré buena caja. Es un negocio redondo: invirtiendo el mínimo capital obtengo el máximo beneficio.
- La Administración, conocedora de tal hecho, se pasa el problema entre sus distintos departamentos.
- Esta pasividad desemboca en algo preocupante: la sistemática violación del articulado de la Constitución Española, Ley Suprema que rige sobre cualquier otra Ley existente en España.
- Existe un gran vacío legal respecto a este tema. Realmente no es tan grande, porque está perfectamente solucionado en la Constitución, pero dado que esta norma parece ser que carece de total validad, tal vez sería necesario modificar las leyes existentes que tratan la igualdad y otros derechos afectados por esta situación.
- Las asociaciones feministas no defienden la igualdad de la mujer respecto del hombre, sino el beneficio propio de ésta. Muestra de ello es que a pesar de ser usadas como parte del negocio ninguna asociación de este tipo ha protestado al respecto, y seguramente si una lo hiciera, se podría zanjar este tema.
Y con esto, quiero retomar el planteamiento hecho por la representante del sector en la entrevista de la radio, y siguiendo su razonamiento hacer otro análogo para comprobar si tiene o no razón. Según ella, esta diferencia de precios es por razones estadísticas, ya que la mujer consume menos que el hombre. Como todos sabemos, en general, las mujeres beben menos que los hombres (de todas las bebidas), comen menos que los hombres, etcétera, ya que su fisonomía es distinta. Por ello, ya que una mujer va a gastar menos que un hombre, parecería lógico que una mujer que hace el mismo trabajo que un hombre cobre menos, porque al fin y al cabo va a gastar menos, y así conseguimos que exista igualdad en su calidad de vida. Descabellado y retrógrado, ¿verdad?
Esta señora también dijo que esta variación de precio era usada como estrategia de marketing porque en momentos puntuales quizás le interesaría atraer a cierto tipo de clientes a su negocio, y puso el ejemplo de que quisiera llenar su sala de personas mayores de 25 años porque sabe que van a tomar cosas más caras, y por tanto a los mayores de 25 años les dejaba entrar gratis, y a las personas de 18 a 25 les cobraba entrada. Siguiendo este razonamiento, imaginemos que yo soy empresario, y en mi sala sólo quiero que entren personas de piel blanca, por lo que dejo que éstas entren gratis y a los que tienen la piel de color (me da igual el color, todo lo que no sea blanco), les cobro algo desproporcionado para que no entren, porque según las estadísticas que tengo de mi sala, estas personas me han causado alguna bronca más que las otras en el interior (ojo con esto por favor, estoy poniendo un ejemplo análogo, no saquéis ninguna conclusión de aquí porque no la hay). La situación es similar, pero seguramente al día siguiente saldría en todos los telediarios del país.
Así que seguimos como estábamos, es decir, sin solución. Pero ahora ya conocemos lo que piensa el principal causante de esta situación y cómo está el tema legal (que más bien no está).
Desde aquí quiero poner también mi agradecimiento a Aragón Radio por atenderme tan rápidamente (me confirmaron que tratarían el tema en apenas media hora la noche anterior al programa).
Un saludo.
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