Formas de ahorrar energía que pasan desapercibidas
Hace tiempo que me ronda la cabeza una idea sobre esto del ahorro de energía que ahora está tan de moda, y que está al alcance de todos. El ahorro puntual supongo que no es gran cosa, pero a la larga se tiene que notar bastante en la factura de la luz, que al fin y al cabo es lo que más nos duele.
Aquí va mi idea. ¿Quién no tiene en casa un frigorífico hoy en día? Pues bien, suele ser una acción de lo más cotidiana el meter los productos que deben estar frescos dentro de él, así que como buenos consumidores (o consumistas, según el producto) bajamos al supermercado, compramos nuestro cartón de ocho yogures y los metemos en el frigorífico. Es algo evidente que en el trayecto estos yogures se han calentado, y por tanto al introducirlos en la nevera su temperatura aumentará y se tendrá que activar para volver a adaptar la temperatura a la que tengamos establecida. Cuantas más cosas metamos, más se calentará el aire.
Hoy en día la industria tiende a envolver de forma desmedida todos los productos con envases y más envases. Ciñéndonos al caso de los yogures, estos normalmente llevan por fuera un cartón, que pocas veces quitamos y que solemos meter también a la nevera. Y digo yo, ¿para qué necesito enfriar ese cartón? Y aquí está mi idea: si quitáramos todos esos envoltorios inservibles que tenemos en nuestros frigoríficos y que enfriamos para tirarlos directamente a la basura, a la larga el ahorro de consumo eléctrico sería más que notable. Sólo hay que echar un vistazo a nuestras neveras para hacernos una idea de la cantidad de cosas que se podrían quitar.
Como colofón, tal vez sería una buena idea que las empresas invirtieran dinero en diseñar envases que opusieran la menor resistencia posible a la temperatura, de forma que, en nuestro caso, se enfriara el yogur y no el recipiente que lo contiene, pero esto igual roza un poco la ciencia-ficción hoy por hoy.
Un saludo.
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