La agonizante muerte de la sanidad pública
Parece que este gobierno sigue empeñado en acabar con la sanidad pública de la forma más agonizante posible. Por si no fueran suficientes todos los palos que le están dando con el copago y otras medidas similares, nuestros dirigentes siguen empeñados en arrebatar a nuestra sanidad sus últimos resquicios de lo que un día fue un sistema ejemplar en todo el mundo. Una muestra de ello es reciente nombramiento como jefa de servicio de la mujer del consejero de sanidad del gobierno de Aragón, que si bien no es más que una muestra de cargo puesto a dedo tal como se lleva haciendo durante muchísimos años, en la situación actual supone una puñalada mortal a nuestro sistema.
Y es que como ya he comentado otras veces las medidas tomadas por estos ejecutivos son justamente las contrarias a las que se deberían de tomar para conseguir un sistema sanitario eficiente. No cabe duda de que la mejor medida sería equiparar el funcionamiento de estas instituciones sanitarias con el de las empresas privadas, mediante la implantación de un sistema eficiente y eficaz tanto desde el punto de vista productivo (la atención sanitaria de calidad) como desde el enfoque final de servicio troncal en nuestro sistema social. Y para lograr esto justamente lo que que evitar es dar cargos de responsabilidad a dedo a conocidos, amigos y otros individuos a los que se les puedan deber favores, centrándose en la eliminación de todos estos cargos y en la formación de personal capacitado para la gerencia y gestión de centros sanitarios, cosa que por otra parte va a resultar bastante complicada dada la situación de nuestro sistema educativo, que es tan precaria, si no más, como la del sistema sanitario, y la decadencia absoluta de las universidades, que serían las instituciones encargadas de formar a este tipo de personal, y que ni serían expertos en medicina ni mucho menos en economía: un hospital no es una fábrica que obtenga beneficios, si no un centro que da un servicio esencial para el sustento de la población. Este planteamiento nos conduce por tanto a la eliminación de objetivos (y de rebote cupos de tarjetas), a la purga de personal (empezando pro médicos de ideas arcaicas y que viven en una sociedad clasista intolerable), y a la optimización de los recursos existentes.
Pero al final, nada es posible sin una base educativa cada vez más utópica. Un saludo.
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