Son aquellas pequeñas cosas
En este mundo de locos uno a veces no sabe muy bien qué pinta. La gente va a su bola, cada uno piensa en sí mismo y que los demás se apañen como puedan.
Pero a veces hay gestos, acciones, cosas que hacen que uno reflexione y se dé cuenta de que todavía hay mil razones maravillosas para vivir. Tres días a la semana me toca cruzar Zaragoza en bus, y en el trayecto me gusta observar a la gente. Por la mañana se parecen más a zombis que a personas propiamente dichas, pero al medio día la cosa cambia, se ven personas felices, a veces ocupadas, gente de negocios, jubilados, niños que salen del colegio, madres que van a buscarlos…
Y cada uno es un mundo, y a veces uno se pregunta cómo serán esos mundos. Hoy se ha montado en el autobús un señor mayor, superaba los 80 años, como muchos otros, pero este hombre me ha llamado la atención porque llevaba con mucho cuidado un ramo de flores metido en una bolsa. Flores naturales, preciosas. Y con todo el cuidado del mundo las ha dejado sobre un asiento, y cuando ha visto que no se iban a caer, entonces se ha acomodado él en otro asiento. Esas flores sin duda eran algo especial para ese señor. No sabremos nunca qué significan en su mundo, tal vez para su esposa, para su hija, simplemente para adornar el salón… Pero en este mundo loco lleno de locos, ver a alguien así hace que te des cuenta de que todavía hay personas que valen la pena, y puede que muchas más de las que a veces pensemos. Tal vez los locos y mal educados que hay sueltos son sólo unos poquitos pero consiguen eclipsar nuestra vista.
Espero que tú también disfrutes de la vida en la manera que puedas, y si no lo haces, tal vez debes empezar a apreciar los pequeños detalles que salpican nuestro día a día.
Un saludo.
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