Hasta siempre, Forfi
Hoy, definitivamente, mi pequeño Forfi se va camino de su merecido descanso, a bordo de una de esas grúas que tantas veces adelantó y en las que nunca tuvo que subir. Muchas han sido las horas vividas en él, muchos los kilómetros recorridos (unos 87000 en algo más de cinco años), y muchas las historias que para siempre quedarán en mi recuerdo y en el silencio de sus moquetas.
Pero la vida tiene que seguir, y a pesar de que podría haber andado muchísimo más, con sus ya casi 20 años de vida, el viejo jovenzuelo no podía estar a la altura, ni en prestaciones ni en seguridad, de los modelos más actuales. Ojalá el nuevo sustituto salga igual de bueno que él. Y eso que ya últimamente sufría los achaques de la edad: la correa de distribución, el alternador, los soportes del motor…
Y cuántos accidentes evitamos, no se me olvidará nunca la chica que se me cruzó con una moto en mitad de la carretera… Y las ventiscas de nieve al cruzar la Muela, los viajes a La Almunia, a Gerona, a Montmeló… ¿Y la lluvia que caía cuando fui a entregar el PFC? Porque efecticamente, el Forfi también estaba allí. Y es que el Forfi, ahí donde está, estuvo aparcado en el parking In de Montmeló, con los grandes, porque era grande. Y sus 68 CV sin turbo ni nada, tenían cierta docilidad si se les encontraba el punto. Cómo olvidar el ir y volver a Cáceres, y las noches que pasó a la intemperie con todo el frío del mundo (aguazón powa!). Y sus 45ºC grados dentro en pleno verano… Pero también su calefacción en invierno, que por mucho frío que hiciera, te podías llegar a achicharrar.
Y los viajes en los que me acompañó, por sitios que ni él ni yo conocíamos (Valmadrid, Sesué, la carretera de Castejón que hacía muchísimos años que no había visto (sólo había pasado una vez), Barcelona por la N-II, Teruel estrenando la autovía, Alcubierre, Robles…).
Cuántas historias en su interior, cuántas risas, cuántos sustos, cuántos momentos tristes también…
Pero él seguirá ahí, porque siempre quedará el recuerdo, y porque no me cabe duda de que muchas de sus piezas irán a parar a otros intrépidos viajeros metálicos que seguirán paseándolas por todas partes. Algo así como un donante. Y es que aunque fuera un coche, algo material, se lo cogía también cariño.
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