14 de enero de 2010
Hoy toca un culebrón. En vista de que me viene encima un añito más, y alcanzo el límite para que Ibercaja empiece a atracarme con la excusa del mantenimiento de mi cuenta (que no utilizo para nada), un día decidí ir a cancelarla antes de que fuera demasiado tarde (se acerca el día D). Todo iba perfecto, y el joven que me atendió no puso ningún impedimento para cancelar la cuenta, hasta que le dije que también tenía una tarjeta asociada que era carné joven.
Yo entiendo perfectamente (así lo pone en el contrato) que ante esta cancelación, se cancele también la tarjeta, y que ya que ésta es propiedad de la entidad, que se la quede para su destrucción, pero antes esta situación, le dije que por mi parte no había ningún problema, pero que me tendrian que dar un carné normal (de los que llevan la foto), algo que veo lógico, ¿no? Bueno, pues ante este planteamiento el joven en cuestión planteó la duda a otro veterano del lugar, y llegados aquí voy a explayarme un poquito.
Este lugar es la agencia 34 de Ibercaja. Si ya de por sí esta entidad funciona realmente mal, los maulones de esta agencia (ojo, hay un par por lo menos que se salvan, no sé ni cómo aguantan), se llevan la palma. Estos señores tienen una forma de atención peculiar, haciendo esperar lo máximo posible al cliente, con una desfachatez propia de un prepotente perdonavidas (expresión nueva), y que encima hacen una atención totalmente selectiva de los clientes: «¿a ti te conozco? ¡Ah! pues mira, toma calendario, toma boli, y te atiendo enseguida». «¿A ti no te conozco? ¿Te crees que me importa que seas cliente? Ale, a ver quien tiene más paciencia». Pero esto de la atención selectiva es algo que se puede hacer extensivo a todas las oficinas de Ibercaja (en serio, ¿cómo se puede tratar tan mal a los clientes?). Y ojo que no es una opinión, sólo mía, que sé de buena mano que muchas personas piensan así.
Pues bien, tras la consulta (y este breve desahogo) el joven padawan volvió, y me dijo que ellos no tenían nada que ver con el carné joven (a ver si alguien de la DGA lee esto), que sólo los daban y que si quería podía pagar 8 euros y me daban otro. Qué bien, pagar 8 euros por algo que ya tengo. Por no discutir, porque de dónde no hay no se puede sacar, y no hablo por el chico que me atendió, sino por los osos perezosos que se tenían que ir a casa (claro, un jueves por la tarde, a las 19:30, y me vienes a dar trabajo), me fui a casa diciéndoles que ya lo aclararía con el Instituto Aragonés de la Juventud.
Y así hice, redacté un e-mail y lo envié. Amigo lector, no pierdas el tiempo escribiendo correos electrónicos a este lugar. A día de hoy (esto fue a primeros de diciembre) sigo esperando su respuesta. Iluso de mí llegué a pensar que en el s. XXI con una ley de administración electrónica en vigor, alguien me contestaría a mi correo, aunque fuese para decir «feliz navidad».
¿Y al final qué? Pues que me voy a tener que fastidiar y pedir un día de vacaciones para poder solucionar esto, y aún así ya veremos si consigo algo, aunque espero que sí, porque si no voy a tener tema para hablar en este blog para largo.
Continuará.
Comentarios recientes