El testimonio de nuestros mayores y nuestra historia
Estos días ha habido una exposición sobre música e instrumentos tradicionales en Las Pedrosas. En ella se contaba un poco cómo se hacían antiguamente algunos instrumentos y cuáles eran los bailes típicos de algunas zonas de la provincia de Zaragoza. Para los de mi generación, muchas de las cosas que ahí se contaban han llegado a nuestro conocimiento por palabras de nuestros padres, o por textos leídos en otras exposiciones o en el colegio, pero siempre nos suena a algo «lejano», como cosas que ya se han perdido porque vienen de mucho tiempo atrás. Y resulta que realmente no es tan lejano.
Mientras estaba en la exposición se me acercó Eusebio, un señor del pueblo que pasa de los 80 años, muy ilusionado porque había visto en un cartel nombres de personas que conocía, todos ellos de Tauste, y con los que había compartido muchos momentos haciendo la mili. «Entonces estábamos tres años. Cuando veníamos en el tren por Gurrea y Marracos, había que venir desde allí hasta el pueblo andando. Y cuando veníamos en el coche de viajeros de Erla, lo mismo», me decía. Me estaba hablando de 1945, pero sus palabras parecía que contaran algo que acabara de pasar. Es reconfortante ver cómo una exposición que no cuenta otra que algunas curiosidades sobre músicas de la zona puede traer a la memoria de las personas tantos recuerdos.
Pero al poco me vino a hablar también Gregorio, otro hombre ya mayor, que me estuvo contando cómo él había hecho algunos de los instrumentos que ponía en los carteles con baldosas y un clavo, o incluso con un hueso de albaricoque. La conversación se extendió al resto de juguetes: «con los carretes de hilo de las mujeres cortábamos los laterales y ya teníamos dos ruedas» me contaba, hablando sobre coches de juguete. Nos pusimos a hablar también de las canicas. Hace tiempo que no veo a chicos jugar con canicas, pero yo recuerdo mis recreos intentando apuntar al «gua» y a ver quién tenía el «palmo» más largo para asegurarse el triunfo. Y de esto no hace ni 20 años.
De cualquier modo, deberíamos intentar recopilar todos estos testimonios, ahora que aún podemos, para poder documentar la historia de nuestros pueblos y nuestras familias. A veces pienso que infravaloramos estos testimonios dando mucha más importancia a cosas que al final no dejan de ser algo baladí, dejando perder una gran riqueza que queda sumida en el olvido.
Un saludo.
Comentarios recientes