30 de junio de 2008
En un país en el que ayer y hoy parece que no ha ocurrido otra cosa que la victoria de la selección (ya era hora ¿eh?), resulta que sí que ha habido otras actividades aparte de ésta. Y es que mientras ayer la mayoría de los habitantes de este difuso país estaban pendientes de 11 «gachos» corriendo detrás de una esfera hinchable (que cruel descripción), algunas personas tuvimos la oportunidad de asistir a un acto del todo recomendable para quien lea estas líneas: un concierto de la Orquesta Sinfónica de Bilbao, el Orfeón Donostiarra y Ainhoa Arteta. La verdad es que la afluencia del público fue bastante grande, a pesar del partido y del precio de la entrada (36 euros). Y el espectáculo mereció la pena en todos los sentidos. Uno no puede evitar que se ponga la carne de gallina cuando el poderío de la música es acompañado de las voces del Orfeón en plena actuación de la Oda a la Alegría (sinfonía nº 9 de Beethoven), y mucho menos cuando la voz de Ainhora Arteta rompe a cantar y acapara soberbiamente el espacio acústico, adueñándose con su voz de las notas que desprende la Orquesta y el Orfeón. Simplemente impresionante.
Comentarios recientes