11 de marzo de 2009
Aprovechando que el día 5 de marzo es fiesta en Zaragoza y este año caía en jueves, cogí un puente para ir a visitar a mi amiga Susana a su isla: Gran Canaria. A las 7 de la mañana cogí el AVE que me llevaría hasta Madrid, ciudad perfectamente comunicada entre sus puntos más importantes, y en la que sólo tuve que hacer tres trasbordos de metro para llegar a Barajas (nótese el tono irónico). Se me juntaban muchas primeras cosas en este viaje: la primera vez que me iba solo tan lejos, la primera vez que iba a Barajas, la primera vez que usaba Iberia, y la primera vez que iba a Canarias, pero todo salió perfecto, es más, me aburrí bastante esperando el avión y el tren, pero casi mejor eso que perderlo y tener que reír por no llorar.
Carretera de Gran Canaria
Cuando llegué al aeropuerto Susana ya me estaba esperando, y comenzó mi periplo por tierras canarias. El primer destino fue comer en el Sur, en la parte de Playa del Inglés y Maspalomas, donde el efecto Marbella también se ha dejado notar (una pena). Una vez visitada esa parte, nos dirigimos hacia el centro de la isla, pasando por distintos pueblos, cada uno de los cuales tenía las calles más repinadas que el anterior, jamás hubiese pensado que una isla iba a ser tan escarpada, pero que están llenos de encanto.
He de decir que no he tenido nada de suerte con el tiempo, y si no fuese porque en Canarias siempre hay sol en alguna parte debido a la propia orografía de las islas, las nubes eran más que abundantes. Tras un paseo por el interior llegamos al punto más alto de la isla: el Pico de las
Pico de Las Nieves
Nieves. Allí hay una base militar de telecomunicaciones, y el tiempo era soleado, pero con un viento, un agua y un frío que hacían no querer estar mucho rato fuera del coche.
Desde allí continuamos bajando mientras íbamos viendo más pueblecitos, para llegar finalmente a Las Palmas, donde estaba «la base de operaciones» (también se le puede llamar apartamento sin más, pero queda más interesante así). Llegada la noche tocó cenar y descansar para el día siguiente.
El segundo día, viernes, tocó la parte norte. Cualquiera que vea las fotos que hice puede pensar que eso es cualquier parte húmeda del mundo menos las Islas Canarias. El verdor de la vegetación rezuma por todas partes. La primera parada la hicimos en el Cenobio de Valerón, que son unas cuevas utilizadas por los aborígenes de la isla como granero. Continuamos el viaje y tras recorrer las sinuosas carreteras de esa parte llegamos a Teror, localidad que alberga la Basílica de Nuestra Señora del Pino,
Basílica de Nuestra Señora del Pino
patrona de la isla y centro de peregrinaje. Tras el pastelito de media mañana (hay que cuidarse), fuimos hacia Sardina (zona de costa), donde tomamos la pertinente comida y probé las papas arrugás con mojo picón. Después ya volvimos hacia Las Palmas, y por la noche antes de cenar fuimos a ver la película Gran Torino. Vaya pedazo de cines… La
Cenobio de Valerón
sala no era muy grande, pero las butacas vip vibran, y las butacas normales son como las vip de los cines de aquí de Zaragoza.
El tercer día sólo quedaba por ver la zona centro, pero como estaba lloviendo por allí fuimos a la parte más septentrional de la isla: Mogán. Allí vi el puerto, cuya agua transparente permitía ver los peces que había, igual que en el Mediterráneo… Con la diferencia de que en Mogán estaban vivos y no flotando. Comimos y volvimos de nuevo a Las Palmas, ya que por la
Peces en el puerto de Mogán
noche tocaba volver al sur para vivir la noche de Gran Canaria. Así que por la noche de nuevo allí estábamos.
El concepto de marcha es evidente que se mantiene invariable en todas partes, pero los lugares en que ésta se realiza cambian mucho de un sitio a otro. Allí, los bares están en un centro comercial al aire libre (las tiendas ya estaban cerradas). Supongo que esto es debido a que siempre hace buen tiempo. La temperatura por la noche era de 18ºC, creo que eso lo dice todo. Me resultó curioso que en los baños de los bares normales hubiese que pagar por entrar, supongo que su estado de limpieza será envidiable y no como aquí. Después fuimos a una discoteca, de estas en las que los hombres pagamos 10 euros y las mujeres no pagan nada, viva la igualdad. Allí el baño ya era gratis, pero también era curioso, porque en la entrada tienen toallitas para limpiarte cuando sales. Y ya de vuelta a Las Palmas, que eran las 4 y a las 12 tenía que estar en el aeropuerto.
Turista en Canarias
La verdad es que vale la pena ir allí, me lo he pasado en grande, y más con una guía tan excepcional. Además la gente, por lo menos en Gran Canaria (supongo que en el resto de las islas también), son de lo más amable que he visto en mucho tiempo. Siempre sonriendo y siempre con buenas formas. Así que ya sabéis, si tenéis la oportunidad de ir a Canarias no os lo penséis.
Un saludo.
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