Democracia tradicional: el puchero
Creo que todos tenemos más o menos claro que la democracia es, básicamente, la posibilidad de elegir, pero también es frecuente encontrarse con que hay ocasiones en las que las personas no dicen lo que realmente piensan por temor, y es ahí donde ya no tiene sentido hablar de libertad.
Se me ocurre un caso bastante cotidiano que sirve como ejemplo de esto que digo: las reuniones de la comunidad de vecinos. Generalmente, en asuntos «espinosos», al final los vecinos acaban votando lo que dice la mayoría o aquel que más «miedo» les da, aunque sepamos que piensan lo contrario y que realmente su voluntad es contraria a su voto. Afortunadamente existe algo para remediar esto: el voto secreto. Pero claro, ¿quién va a organizar una votación para cada cosa que haya que decidir?
Hoy he visto un capítulo de Plaza Mayor que trataba sobre los ganaderos de Tauste: cómo cuentan su rebaño, cómo se reparten las corralizas, etc. Y para realizar los sorteos me ha chocado que utilizaban como urna un puchero, sí, de estos de toda la vida donde nuestras abuelas hacían la comida.
Pero estos ganaderos iban un poco más allá, y ha habido algo que me ha llamado mucho la atención: utilizan este puchero también para votar. Para ello, se reparten entre ellos unas bolas blancas y negras, siendo las de un color las del «sí», y las del otro las del «no», de forma que para realizar la votación cada ganadero mete en el puchero la bola del color que representa la respuesta que quiere dar, sin que el resto lo vea y sin estar sometido por tanto a ningún tipo de presión. Algo tan sencillo como esto les permite tomar las decisiones libremente.
Tal vez deberíamos extender este ejemplo a muchos más ámbitos, y conseguiríamos aumentar la participación colectiva gracias a la eliminación del temor de ser señalados con el dedo, pues en el fondo, unos más y otros menos, todos en algún momento tenemos miedo de expresar nuestra opinión tal cual.
Un saludo.
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