La faceta desconocida de la Diputación Provincial: cumplir sueños
Desde hace algunos meses se viene cuestionando la función que desempeñan las Diputaciones Provinciales en nuestro país, e incluso hay quien afirma que sus funciones están duplicadas (ya las realizan las autonomías) o incluso triplicadas (las comarcas). Pues bien, sólo conozco el caso de la Diputación Provincial de Zaragoza, pero tengo que decir que quien esté de acuerdo con estas afirmasciones, o no conoce el funcionamiento y papel que desempeñan estas instituciones, o está completamente equivocado y no es consciente de su error.
A nivel institucional las diputaciones son el apoyo más básico que los ayuntamientos de nuestros pueblos pueden encontrar en sus relaciones con el resto de estamentos de la administración e incluso con la ciudadanía. La Diputación dota a los ayuntamientos de las herramientas y mecanismos necesarios para desempeñar unas funciones que, de otro modo, no podrían realizar. Y es que estas funciones ni las ejercen las autonomías ni tampoco las comarcas.
Pero más allá de las cosas institucionales, oficiales u oficiosas, las diputaciones provinciales conservan nuestra cultura y patrimonio. No hay más que echar un vistazo al dossier de trabajos que tiene la Institución Fernando el Católico para darse cuenta de ello. De no ser por esta labor, hoy habríamos perdido gran parte de las tradiciones que forjan la personalidad de nuestros pueblos. Y puede que incluso su labor llegue un poco más allá.
Los que seáis de Zaragoza supongo que no os resultará extraño ver exposiciones organizadas en el Palacio de Sástago. Recientemente se hizo una dedicada a la Cinematográfica Daroca, una empresa pionera en la industria cinematógrafica de nuestro país. Si no habéis ido a verla, aún podéis disfrutar de ella hasta el día 11 de diciembre. Sin duda os la recomiendo. Bueno, al grano. Quien pudiera estar el día de su inauguración, escucharía las palabras del hijo del fundador. El hombre se emocionó al ver cómo por fin el sueño de su padre y de su familia era realidad: una exposición en el Palacio de Sástago. Pues bien, esto no hubiese sido posible sin la ayuda de la Diputación Provincial. Un sueño hecho realidad que hizo feliz a un hombre, ¿no justifica esto, junto a lo ya dicho, la existencia de estas instituciones?
No digo que no haya que revisar su funcionamiento y organización, pero desde luego, en cuanto a trato con las personas, pienso que las diputaciones son, al margen de los ayuntamientos de los pequeños municipios, las grandes instituciones públicas más humanizadas que nos quedan, y no deberíamos perderlas.
Un saludo.
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