15 de septiembre de 2008
Bueno, ya estamos a 15 de septiembre, y ya ha terminado Expo Zaragoza 2008. Ahora es tiempo de recopilar recuerdos de estos tres meses y ver cómo se plantea el futuro.
En lo referente a la muestra en sí podemos decir que ha sido aceptable, sin más. Algunos pabellones tenían buen contenido, y otros, la mayoría, no aportaban nada al visitante. Caso aparte los que directamente eran tiendas, no entiendo eso de que a una exposición internacional cuyo tema principal es el agua se vaya a montar un bazar, pero bueno, si se lo han consentido…
Y ahora viene la crítica airosa. La organización de la Expo se merece una medalla (señor Belloch, tome nota) a la desorganización de un evento de esta índole. La tónica general de la muestra se puede resumir en una palabra: filas. Filas en los pabellones, filas en los fast-pass, filas en los baños, filas en las entradas, filas en las salidas, filas en los restaurantes… Mal, mal, mal. Nadie puede predecir cómo van a ser las cosas, y que surja este problema al principio es comprensible, pero que en tres meses no lo hayan solucionado es preocupante.
Yo no sé a quién se le ocurrió el gran invento del fast-pass, pero ahora que las maquinitas van a ir al cielo de los fast-pass podría intentar metérselas por ese lugar donde la espalda pierde su honroso nombre.
Eso sí, espero que a los ministros, alcaldes, presidentes autonómicos y demás maraña «democrática» les hayan gustado los numerosos banquetes que se han pagado con el dinero del contribuyente, al que no se le ha concedido ni un sólo beneficio en la muestra. Y sigo esperando ansioso, aquí sentado, a que ExpoAgua me invite a la ceremonia de inauguración y a la de clausura, pero claro, es que yo pago impuestos, y no tengo derecho. Al igual que el resto de ciudadanos.
Es vergonzoso que hayan cortado, durante tres meses, calles enteras, avenidas y paseos para que las comitivas de escoltas (parece ser que la crisis no afecta a la compra de coches blindados por parte del gobierno) pasen a velocidad absurda. Pues desde aquí les recuerdo que utilizar señales prioritarias cuando no se va en una urgencia (y llegar a comer tarde no lo es) es un delito.
Y ahora que lo sepa España entera. Se ha vendido la Expo como un montón de obras que se han hecho en Zaragoza, obras pagadas con el dinero de todos los contribuyentes (esto va por la Voz de Galicia, a ver si sus editores se informan un poquito antes de desinformar a los lectores), y que han supuesto una mejora bastante notable de la ciudad. Pues bien señores, estas obras, como el puente del milenio, llevaban proyectadas 20 años, 20 años en los que Zaragoza ha estado sumida en la ruina a l que ya estamos acostumbrados en estos lares los aragoneses, mientras otras ciudades como Madrid, Barcelona y Valencia creaban grandes infraestructuras, éstas sí, con el dinero de todos. Lo que pasa es que claro, bien había que hacer las cosas necesarias hace 20 años para que ahora todo pudiera funcionar medio decentemente. Y es que me irrita leer esos comentarios. Claro que la ignorancia es atrevida. Eso sí, ahora tenemos puentes, calles y parques (a medio acabar), con unos impuestos insufribles y unas arcas municipales en quiebra. Pero no pasa nada, ya haremos otro banquete para la burocracia democrática y así contentos.
Y ahora el tema más puntilloso y que no he querido publicar antes porque no era cuestión: la seguridad. La seguridad de la Expo ha sido nula. Y es vergonzoso que el gobierno venga presumiendo del nivel de seguridad que ha dado. A mi que me expliquen por qué en cada entrada sólo había dos escáneres para bolsos, y que me expliquen también por qué los vigilantes de las puertas, cuando se acumulaba la gente en las horas críticas, pasaban los bolsos directamente entre los arcos sin mirarlos ni abrirlos. No ha pasado nada porque no tenía que pasar. Y todo esto ante la pasividad de los agentes de las fuerzas y cuerpos de seguridad. Si no eres capaz de controlar la entrada de tanta gente igual es que no lo has planeado bien, y volvemos a lo de antes, que en tres meses no se haya solucionado esto es lamentable.
En fin, al menos nos quedará como recuerdo el telecabina, que ahora nos llevará de ningúnsitio a ningunaparte en unos minutos sobrevolando el (maltratado, vaya empecinamiento con navegar por él) río Ebro.
Tomen nota en próximos eventos para no cometer los mismos errores, que el personal al final se va a hartar y no es plan.
Un saludo.
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