Blog de Víctor Corbacho

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Archive for category: Cajón desastre

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El puente de Las Pedrosas

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17 de mayo de 2010

Sobre el Barranco del Pueblo, a la altura de la carretera de Piedratajada, en su inicio, en el pueblo de Las Pedrosas, un pequeño paraje adornado por unos pocos árboles, un puente de piedra y el sonido del agua rompía el horizonte del paisaje estepario de las bajas Cinco Villas.

Construido hace varios años, como dicen en los pueblos, después de la guerra, el puente de la carretera de Piedratajada unía los dos extremos del camino, protegiendo por fin esta vía de las avenidas del barranco. Tal era la violencia de estas riadas, que cuando aún se estaba comenzando a levantar se llevaron por delante todo el andamiaje instalado para su construcción.

Para poder dotar de utilidad a esta infraestructura, además fue necesario despropiar algunos campos y huertos cercanos, que quedaban divididos por el camino, en uno de cuyos laterales crecían unos chopos que por entonces aún contaban con pocos años de vida.

La carretera de Piedratajada no es ninguna gran vía de comunicación, ni mucho menos, sino que viene a ser lo que comúnmente se denomina carretera local, es decir, una senda estrecha y sinuosa, que permite sin problemas el paso de vehículos pequeños entre poblaciones y facilita el acceso a los campos colindantes para la maquinaria que debe cultivarlos, pero sin dar pie a que por ella circulen, de forma habitual, vehículos mucho más grandes que los citados.

Este puente está construido de piedra arenisca, típica de la zona, y cuenta con un único arco de medio punto que da soporte al pavimento. A sus lados estaba flanqueado por unas enormes piedras que hacían las funciones de quitamiedos, y que a su vez eran usadas por los vecinos del pueblo para sentarse y conversar por las tardes, cuando llegaba el buen tiempo. Pero algún que otro accidente fortuito y la construcción de la nueva carretera de Zuera, que acarreó la mejora del cruce de ésta con la de Piedratajada, acabaron con estos improvisados bancos, siendo sustituidos por unos quitamiedos normales y corrientes. Ahí comenzó ya su definitiva decadencia, pues el puente, aunque seguía soportando el pavimento de la calzada y su tránsito, ya no podía acompañar a sus amigos en las conversaciones del atardecer: no podía ofrecerles ni un pequeño asiento.

Vinieron años duros de sequía, y bajo su arco el agua se secó. Tan sólo el carrizo seguía fiel a su improvisada sombra. Pero cada invierno el agua volvía a discurrir bajo él. Cosas de la vida, desde hace algunos años el agua volvió a correr también en verano, y las ranas volvieron a croar bajo su arco.

Un día, de repente, el puente se despertó con mucho ruido. Un montón de camiones comenzaban a pasar por la carretera, llegaban buenas noticias: se iba a construir una granja en la carretera. Las obras comenzaron y terminaron pronto. Una gran explotación se levantaba en medio de los campos de cereal de la zona. El ir y venir de grandes camiones se ha convertido en algo habitual a partir de ese día.

Pero claro, el pequeño puente, cuyo tamaño era acorde al de la carretera que sobre su espalda aguantaba en silencio desde hacía años, no era lo suficientemente ancho para permitir que los grandes camiones pasaran a gran velocidad sobre él. Y como el bolsillo de algunos todo lo puede, un buen día unos señores, con picos, palas y cascos, se presentaron en el lugar dispuestos a solventar tal contingencia. Los vecinos, sus amigos, callaron por las buenas promesas de la clase política: «es una mejora para el pueblo, hacía falta». Pero en su interior ellos sabían, igual que el puente, que aquello sólo estaba encaminado a facilitar el ir y venir de la materia prima hacia la granja, que pasaría de largo por la carretera, sin dejar nada en el pueblo.

Los chopos que soportaron la primera gran obra, y la posterior reforma del cruce, habían crecido y escoltaban el pequeño tramo de carretera próximo al puente. Sus ramas eran cobijo de aves y alivio, por la sombra que daban, para los paseantes. Pero una vez más la mano del hombre iba a cambiar las cosas para ponerlas a su servicio. El puente, que había visto cómo estos árboles ganaban la batalla al asfalto y conseguían crecer a ambos lados de la carretera, como centinelas, veía ahora cómo los de uno de los laterales, los más jóvenes, los que habían crecido por sí mismos de la nada, eran arrancados sin ningún miramiento por las zarpas metálicas de las excavadoras. Mejor suerte corrieron los que llevaban allí toda la vida, aunque no se libraron de alguna que otra herida en sus troncos.

Apenas pudo darse cuenta nuestro amigo de piedra, vio cómo era atrapado entre dos enormes aros de hormigón. El cauce, donde las ranas y el carrizo lo habían acompañado desde que nació, era igualmente modificado para adaptarlo a las necesidades de unos pocos. Ya no había nada que hacer. Una capa de hormigón lo encerró por encima y lo dejó atrapado. Por fin los camiones podían pasar a gran velocidad sobre él sin problemas al cruzarse, y aquellos que veían la obra con tan buenos ojos respiraron aliviados.

Pero debajo de ese asfalto, atrapado entre el hormigón, está nuestro amigo, aturdido, cansado. Sobre su vieja espalda ahora soporta más tráfico que nunca, pero resiste m

ejor que un jovenzuelo, como siempre, en silencio. Pero en su recuerdo, en sus piedras, quedará para siempre grabado todo lo que sobre él pasó, los pájaros cantando en los árboles que ya no están, las ranas que en las tardes veraniegas

croaban con el sonido como fondo de una escena que hoy parece fruto de un sueño. Y allí también, encerrados, los recuerdos que de las conversaciones que en silencio mantuvo con los que sobre él disfrutaban, en las piedras que le arrebataron, de los atardeceres de Las Pedrosas. Aún recuerda las voces de Mariano, de Antonio, de Pascual, de Paco… Y él sabe bien que todo eso no se lo podrán arrebatar jamás, por muchas granjas que hagan o por muy grandes que sean los camiones que se empeñen en pasar sobre su espalda.

La Policía Local de Zaragoza ya ha comenzado a recortar gastos

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14 de mayo de 2010

Pues sí, amigos. Como todos sabemos, encender una bombilla de un coche incrementa un poco el consumo de combustible, así que lo mejor para no gastar es no ponerlas. ¿Por qué digo esto? Porque acabo de ver delante de mí a un vehículo de este cuerpo que se ha cambiado cinco, sí, ¡cinco!, veces de carril, sin utilizar intermitente alguno.

Lo que desconozco si además han decidido deshacerse de las bombillas para obtener un dinerillo extra para las arcas municipales.

Y referente al tema, me alegro de que la DGT haya hecho una campaña para el uso del intermitente, que me canso ya de jugar a ser Rappel.

Cuña de radio de la campaña de la DGT (archivo mp3)

Yo también quiero el horario laboral de las cajas de ahorros

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13 de mayo de 2010

Resulta que hoy vengo corriendo del trabajo, aparco el coche, me dirijo a la caja de ahorros y mis peores presentimientos se hacen realidad nada más ver la puerta: un cartelito informa de que desde el 6 de mayo hasta el 30 de septiembre, el horario será de 8:15 a 14:00. Y digo yo, que en un país donde los que trabajan (cada vez menos), tienen una jornada de 8 a 14, o de 8 a 15, o algo similar, ¿qué hay que hacer para ir a la caja de ahorros? ¿Te pides un día de fiesta? ¿Te teletransportas en tus 30 minutos de descanso?

Yo quiero que se implante este horario a todos los trabajadores. Ahora una jornada de 6 horitas (¡no llega!), y durante el año de mañanita, y los jueves por la tarde a pasar un ratito al puesto de trabajo, sí señor. Así se da un buen servicio, oiga. Y creo que quitando Caja Laboral, las demás no tienen problema en ponerse de acuerdo para estas cosas. Por lo menos podían estirar un poco más la jornada, o abrir los sábados por la mañana, muchos se lo agradeceríamos.

Y es que hay trámites que es necesario realizar en persona, por muchos adelantos que haya en internet. Hoy por ejemplo quería pedir el PIN de una tarjeta, y evidentemente no puedo cambiarlo mirando mi pantalla, así que nada, me tocará quedarme un día sin almorzar y rezar para que además no haya fila (otra enfermedad crónica de las cajas españolas, sobretodo de algunas).

En fin, aquí dejo mi pataleta. Vuelva usted mañana.

Hasta siempre, Forfi

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11 de mayo de 2010

Hoy, definitivamente, mi pequeño Forfi se va camino de su merecido descanso, a bordo de una de esas grúas que tantas veces adelantó y en las que nunca tuvo que subir. Muchas han sido las horas vividas en él, muchos los kilómetros recorridos (unos 87000 en algo más de cinco años), y muchas las historias que para siempre quedarán en mi recuerdo y en el silencio de sus moquetas.

Pero la vida tiene que seguir, y a pesar de que podría haber andado muchísimo más, con sus ya casi 20 años de vida, el viejo jovenzuelo no podía estar a la altura, ni en prestaciones ni en seguridad, de los modelos más actuales. Ojalá el nuevo sustituto salga igual de bueno que él. Y eso que ya últimamente sufría los achaques de la edad: la correa de distribución, el alternador, los soportes del motor…

Y cuántos accidentes evitamos, no se me olvidará nunca la chica que se me cruzó con una moto en mitad de la carretera… Y las ventiscas de nieve al cruzar la Muela, los viajes a La Almunia, a Gerona, a Montmeló… ¿Y la lluvia que caía cuando fui a entregar el PFC? Porque efecticamente, el Forfi también estaba allí. Y es que el Forfi, ahí donde está, estuvo aparcado en el parking In de Montmeló, con los grandes, porque era grande. Y sus 68 CV sin turbo ni nada, tenían cierta docilidad si se les encontraba el punto. Cómo olvidar el ir y volver a Cáceres, y las noches que pasó a la intemperie con todo el frío del mundo (aguazón powa!). Y sus 45ºC grados dentro en pleno verano… Pero también su calefacción en invierno, que por mucho frío que hiciera, te podías llegar a achicharrar.

Y los viajes en los que me acompañó, por sitios que ni él ni yo conocíamos (Valmadrid, Sesué, la carretera de Castejón que hacía muchísimos años que no había visto (sólo había pasado una vez), Barcelona por la N-II, Teruel estrenando la autovía, Alcubierre, Robles…).

Cuántas historias en su interior, cuántas risas, cuántos sustos, cuántos momentos tristes también…

Pero él seguirá ahí, porque siempre quedará el recuerdo, y porque no me cabe duda de que muchas de sus piezas irán a parar a otros intrépidos viajeros metálicos que seguirán paseándolas por todas partes. Algo así como un donante. Y es que aunque fuera un coche, algo material, se lo cogía también cariño.

¿Sabías que la DGT edita una revista sobre tráfico y seguridad vial?

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8 de mayo de 2010

Pues creo que pocas personas lo saben, pero desde 1985 la DGT edita una revista en la que se publican reportajes, novedades y noticias relacionadas con el tráfico en España. Ayer llegó a mi buzón el número 200, están de celebración. Hace ya tiempo que tuve la oportunidad de suscribirme a la misma, y puntualmente, cada dos meses, llegaba a mi casa. Pero la dichosa crisis ha hecho que ahora haya que pagar una suscripción anual por los 6 números, que cuesta 8 euros. No obstante, si tienes curiosidad por saber cómo es, también se publica en formato digital y es totalmente gratuita. Puedes acceder en esta página: http://dgt.es/revista/

En general, de lo que menos se habla en las páginas de la revista es de coches, y de lo que más, de todo lo relacionado con la seguridad vial. Es decir, que si esperas encontrar comparativas de los últimos modelos, esta no es tu publicación. Todas las ediciones comienzan con una secuencia fotográfica del helicóptero de la DGT de algún vehículo cometiendo una infracción, acompañada por una carta de algún lector que cuenta alguna burrada que vio. Cada número se centra en un reportaje, que por ejemplo en el caso de la edición actual trata sobre los coches eléctricos (que personalmente creo que, al menos a corto plazo, siguen sin ser una opción, pero bueno). Y luego hay otros pequeños reportajes, centrados en su mayoría en la seguridad vial (estadísticas de accidentes, nuevas señales, etc. ), y siempre suelen poner alguna entrevista a una persona famosa.

También hay casi siempre una entrevista o artículo en el que se cuenta con la opinión de uno o varios deportistas españoles del mundo del motor, como Pedrosa, Lorenzo y de la Rosa, que hablan sobre la seguridad vial, y una sección internacional, donde publican pequeñas noticias referentes al tráfico que afectan a otros países, como cambios en límites de velocidad, nuevas medidas para evitar accidentes, etc.

En general, si algo me gusta de esta revista, es la imparcialidad que tiene para tratarse de una publicación de la propia DGT, puesto que en según qué temas no tienen inconveniente en criticar a ésta o al ministerio correspondiente en la toma de medidas o actuaciones que llevan a cabo.

Pues lo dicho, si no la conoces, échale un vistazo, creo que te puede sorprender bastante y tal vez encuentres algo en sus páginas que te sea de utilidad.

Un saludo.

Discriminación por sexo en el precio de las entradas a discotecas: Ayuntamiento y DGA se lavan las manos

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4 de mayo de 2010

Como dice el refrán, cada loco con su tema. Y yo al mío, aquí sigo, erre que erre, a ver qué saco en claro de algo en lo que me he empecinado. Por si no sabes de qué hablo, aquí está la entrada donde conté un poco el tema de la discriminación que hay en ciertos bares de Zaragoza a la hora de cobrar la entrada, según seas hombre o mujer.

Hace poco estuve de viaje por Barcelona, y cómo no, tuve que matar la curiosidad por saber si allí pasaba lo mismo que aquí, y la respuesta es la que me esperaba: en Barcelona hombres y mujeres pagan lo mismo por entrar en bares y discotecas. Esto me lleva a la lamentable conclusión de que Zaragoza, pese a sus aspiraciones de ser una gran ciudad, sigue siendo un compadreo urbanita, en gran parte gracias a costumbres (por llamarlo de alguna forma) como esta.

Volviendo al tema que nos ocupa, y siguiendo con la anterior entrada, durante este tiempo he consultado por el asunto a las instituciones a las que me remitió el Gobierno: Ayuntamiento y DGA. Y como ya vaticiné en su día, las respuestas han sido para reír por no llorar. Desde luego, un cero para cada uno. Pero antes de pasar a las críticas voy a citar las dos respuestas.

En el caso del Ayuntamiento me contestaron lo siguiente:

En primer lugar, queremos agradecerle su colaboración por utilizar este servicio como instrumento para hacernos llegar sus planteamientos y sus inquietudes.

Y en segundo lugar, informarle que no consideramos que el Ayuntamiento tenga competencia en este tema; no obstante, le remitimos los datos de contacto de la Oficina Municipal de Información al Consumidor, dónde le pueden orienta.

Desde luego tengo que destacar la diligencia en la respuesta: no consideramos que el Ayuntamiento tenga competencia en este tema. Pues bien, Señores del Ayuntamiento de Zaragoza, para cuando lean esto, sepan ustedes que es bochornoso que una institución pública, regida por reglamentos escritos, dé una respuesta con el verbo considerar conjugado de esa forma, que a mi juicio no expresa más que una subjetividad total, de lo que deduzco que pasan la patata caliente a otra institución por oscuros motivos que algún día sabré (bueno, no nos vamos a engañar, todos los sabemos pero queda mal decirlos).

Tirada por tierra la opción de que la competencia al respecto fuese del Ayuntamiento, sólo me quedaba por consultar al tercer mosquetero, el tercer miembro del oráculo: la DGA. Tras enviarles la consulta pertinente, remitida al departamento de Industria, Comercio y Turismo, que es quien tiene competencia sobre bares y discotecas, no sé muy bien qué interpretación dieron al tema, pero el caso es que redirigieron el escrito al Departamento de Política Territorial, Justicia e Interior, los cuales amablemente me contestaron diciendo que no tenían competencia (evidentemente), y que en todo caso eso afecta a un derecho fundamental y cabe intervención del Tribunal Constitucional (bueno, ahí se han pasado, tampoco hay que irse por los cerros de Úbeda).

Conclusión: el Ayuntamiento y la DGA pasan olímpicamente del tema, supongo que porque se piensan que aquí uno tiene ganas de perder el tiempo en chorradas. Lástima que realmente no sea ninguna tontería, y ahora es cuando puedo afirmar públicamente que la Administración Pública esta dando pie a que exista una grave discriminación de la que tienen conocimiento y que no trata de impedir.

Pero como decía Ramón y Cajal, no hay nada más persistente que un Aragonés con paciencia (bueno, no era así exactamente, pero era algo parecido). Así que ahora me planteo dos opciones a seguir:

  1. Remitir al Justicia de Aragón todas las respuestas que he obtenido, porque me parece vergonzoso que se tomen algo así por el pito del sereno.
  2. Volver a escribir al Gobierno Central para que tome cartas en el asunto, porque está visto que las autonomías mucho pedir competencias, pero luego hacen lo que les da la gana.

Y bueno, como nota tecnológica tengo que resaltar que parece que la comunicación electrónica con la Administración sí que funciona, al menos reciben y contestan correos. No todo iba a ser malo.

Lo dicho, seguiremos dando mal.

¡Un saludo!

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