13 de julio de 2012
Todos creíamos que las guerras modernas serían con armas nucleares o químicas, con artilugios sofisticados y con coches voladores, pero no, nos hemos equivocado: la guerra se está llevando a cabo con las armas económicas y financieras. Y una vez más, viene tutelada por los alemanes, quienes bajo la premisa de que su economía es la mejor, acechan con su sombra sobre Europa haciéndonos caer uno tras otro a todos los países. Abrid los ojos.
Durante años han fraguado un sistema económico basado en cosas que ninguno entendemos, en conceptos irreales y en ideas abstractas, este sistema, financiero y bancario, ha sido la trampa perfecta para robarnos algo muy importante: la calidad de vida. Porque durante años podremos haber sido pobres o ricos, pero éramos felices, en cambio quien no tiene para comer ni unas míseras migajas no creo que esté demasiado feliz.
Dicho esto, pongo la definición de la RAE (que aún define algo en su diccionario) de la palabra genocidio:
Exterminio o eliminación sistemática de un grupo social por motivo de raza, de etnia, de religión, de política o de nacionalidad.
Y la amplío con la que figura en Wikipedia:
El genocidio es un delito internacional que comprende cualquiera de los actos perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal; estos actos comprenden la matanza de miembros del grupo, lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo, sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial, medidas destinadas a impedir nacimientos en el seno del grupo, traslado por la fuerza de niños del grupo a otro grupo.
Visto esto, resulta evidente que se está intentando exterminar cualquier vestigio de cultura y signos de identidad de España:
- Se cuestiona las Comunidades Autónomas.
- Se nos imponen números mínimos de habitantes para constituir municipios, que hace que en algunos casos, como el de Aragón, suponga el hundimiento de la región, eliminando el principal signo de identidad de los habitantes de este país: sus pueblos.
- Se pretende eliminar Diputaciones Provinciales y Comarcas, sin hacer un estudio previo para reorganizar sus funciones, dando por sentado que sobran cuando no es así.
- Se acaba con la función pública, haciéndola agonizar, pero no en beneficio de nada, si no en detrimento de la sociedad en general.
- Agravando lo anterior, se nos quita de un plumazo la educación y la sanidad públicas, asestando un golpe fatídico a dos de los buques insignia de nuestra sociedad.
- Se nos somete a subidas inauditas de impuestos, a los cuáles sólo podrá hacer frente una clase obrera agónica, que tendrá que suplir con su trabajo el de todos aquellos que no pueden desempeñarlo por falta de empleo, y todo bajo el pretexto de equipararnos con Europa. Imagino que es una forma de eliminar a los débiles para volver a crear una raza aria.
- Pende de un hilo el sistema de pensiones, al igual que otras muchas prestaciones necesarias para nosotros, pero prescindibles a los ojos de Europa.
Y llegados a este punto, sin trabajo, sin educación, sin sanidad, sin pensiones, sin alimentos, sólo podemos contemplar la actitud sumisa de todo nuestro Gobierno y oposición, incapaces de plantar cara, incapaces de decir hasta aquí hemos llegado. Ahora diría aquello de como no reaccionemos pronto, no sé dónde iremos a parar, pero es que, amigos, ya es tarde para reaccionar, el tren está pasando ya por la estación y lo estamos dejando escapar. Tan sólo unos pocos, como los mineros, han tenido el valor de subirse a él, y pese a todo se encuentran con una oposición brutal por parte del Gobierno. Me recuerda esto al señor Pepe Botella, rey de España, cuya única función fue someter al pueblo para que acatara las órdenes de Napoleón, aplastando su soberanía, pues así estamos, sometidos, sin soberanía, para acatar las órdenes del invasor europeo.
Siempre nos dijeron que España era diferente, que de los Pirineos para abajo todo es África, pues bien, quizá sea la hora de darles la razón y romper lazos y cerrar fronteras, es la suerte que siempre han tenido los ingleses de vivir en una isla.
Y vuelvo a los mineros, que luchan por su familia, que están desarrollando auténticas batallas en el norte del país, y que por desgracia ya no cuentan con el apoyo de los astilleros, ya desmantelados. Esos mineros reprimidos por las fuerzas del orden que, en contra de la voluntad del pueblo, acatan aquello que no interesa al poder que Gobierna. Esas fuerzas del orden, que sufren las mismas consecuencias que el resto, cuando esto estalle y vaya a más, yo les pregunto: ¿qué vais a hacer? Y con esto me viene a la cabeza una estrofa de una de las primeras canciones de Sabina:
Soldado, si alguna vez,
el labrador de mi pueblo
se levanta, y el obrero
se levanta, y el parado
¿qué vas ha haces tu soldado
que antes has sido albañil?
¿qué vas a hacer con tus manos
y tu fusil?
Ya sabéis, estamos a tiempo: no lloremos como niños lo que no estamos sabiendo defender como hombres.
Comentarios recientes