Zaragoza, la muerta
Desde hace unos días sigo en Twitter a Zaragoza Ayer & Hoy (@ZGZayeryhoy), donde cada día publican instantáneas antiguas de nuestra ciudad, junto con otras actuales tomadas en el mismo lugar y con el mismo enfoque, de forma que se puede comparar cómo ha cambiado el paisaje urbano reflejado en las mismas. Generalmente se percibe una ciudad con las calles llenas de vida, coches, amplias avenidas, plazas, jardines, árboles… En fin, quizá sea cosa de la nostalgia, pero desde luego es una ciudad diferente a la que tenemos hoy, ya no sé si para bien o para mal, porque es radicalmente distinta. Quizá cabría decir que parece, en esas fotografías de hace 30 ó 40 años, una ciudad más humana.
Hace un par de meses cerró Gráficas Guirao por jubilación, una imprenta que lleva toda la vida en la calle Fray José Casanova, una bocacalle de la maltrecha avenida de Navarra, y cuya continuación es el paseo de Calanda. Todos los días cuando volvía a casa a la hora de comer me cruzaba con el dueño, era un señor enigmático, de aspecto entre campechano y bohemio. Recuerdo un día, cuando se estaba cocinando una huelga general, que un sindicato colgó un cartel junto a la parada del 42 de esa misma calle, en el que se podía leer «Quema tu empresa». El señor se paró a leerlo, sonrío y siguió su camino para abrir su negocio. Allí generalmente ya estaba siempre el otro trabajador, esperando en la puerta, con su cigarro en la boca. Eran una pareja curiosa.
Con el cierre de este negocio sólo queda en esa calle una farmacia, el resto de locales sólo ven pasar el tiempo generando malos olores. Y no es que fuera una calle propicia para negocios, porque la avenida de Navarra y su entorno, hacia la calle Santa Orosia, nunca han sido un lugar comercial ni mucho menos, pero alguno había. Recuerdo que en la esquina de la avenida estaba un laboratorio fotográfico, que se mantuvo unos cuántos años. Enfrente, una exposición de coches que nunca conocí abierta. Recuerdo los polvorientos R-6 y Simca 1000 que allí se encontraban. Ese local se dividió en varios, dando otro negocio en la década de los 90: un laboratorio dental, también cerrado no hace mucho. Junto a la imprenta había un almacén o algo así de tornillos, muelles o cosas similares, una especie de suministros industriales, que también cerró hace años. Y enfrente, en la esquina con la calle Santa Orosia, donde hoy está Rodi, que era un taller de neumáticos que siempre había estado también en esa calle, en un local que también han cerrado, estaba el economato de CAF. Hoy sólo la farmacia y la parada del 42, que no pasó por esa calle hasta hace unos años, ya que antes iba por la calle Santa Orosia, mantienen, en algunos momentos del día, la vida ciudadana en sus aceras.
Y no deja de ser esta calle el espejo de muchas otras del barrio de Delicias, o de Zaragoza en sí. Otro día hablaré de todo el sector Monterde, en declive y cayendo en el olvido a marchas forzadas.
Un saludo.
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