El triángulo de Las Pedrosas
Si me conoces, sabrás perfectamente qué es el pueblo de Las Pedrosas y dónde está situado, y si no me conoces o no lo sabes, te invito a que eches un vistazo a esta página, donde podrás encontrar bastante información sobre esta localidad de la comarca de las Cinco Villas, en la provincia de Zaragoza, a sólo 30 minutos (48 km.) de la capital.
Sin duda la vida de los pueblos es en cierto modo análoga a la de las personas: la competitividad hace que los más fuertes traten de hundir a los más débiles, a veces con grandes golpes, y otras veces poco a poco, como en una lenta agonía. Esta lucha encarnizada de la vida lleva a nuestros pueblos a la imperiosa necesidad de competir, de ser mejor que el resto, de decir «aquí estoy yo», de hacer valer sus siglos de historia, las batallas a sus espaldas, su nombre, o su renombre. De hacerse valer en sí.
Pero más allá de todo cuanto el hombre artificialmente intente hacer para someter a tan bárbara encruzijada a la vida, a los pueblos, al final siempre hay algo que pone las cosas en su sitio: el tiempo, la cordura y el sentido común. Por desgracia, en lo que a pueblos pequeños se refiere, como Las Pedrosas, esto siempre llega cuando ya es demasiado tarde, cuando el paciente está en coma, cuando estamos en jaque mate.
Sin duda para entender el título de esta entrada es necesario que te ponga en antecedentes, y lo voy a hacer por partida doble. Por un lado, el más fácil: España. Un país en el que históricamente las decisiones más importantes obedecen a meros intereses personales (políticos, de grandes empresarios, grandes empresas o grandes fortunas), y rara vez al sentido común, a la lógica o al bien común, que es lo más deseable siempre. En este aspecto creo que no te descubro nada nuevo, y que no es necesario que me extienda.
Por otro lado nos falta el otro antecedente más concreto: Las Pedrosas. Y no, no me refiero al nombre, me refiero al municipio, a su entidad, a su geografía, a su ubicación, a su gente. Las Pedrosas está situada en un enclave estratégico: históricamente es el paso obligado de las Cinco Villas hacia Zaragoza. Hace muchos, muchos años, más bien siglos, todos los viajeros, peregrinos, viajantes y cualquier persona que quisiera ir de cualquier parte de las Cinco Villas a Zaragoza solía realizar el itinerario desde su localidad hasta Las Pedrosas, desde donde partía posteriormente hacia la capital aragonesa. Y esto es porque la orografía del terreno, principal obstáculo de las comunicaciones en nuestro país, hace que la lógica de las comunicaciones recaiga hacia este lado de la Muela del Castellar, siguiendo los pies de la Sierra de Las Pedrosas, hasta alcanzar el valle del río Gállego, puerta natural desde el norte hacia la capital zaragozana. Sirva recordar que hasta hace no muchas décadas, los únicos puentes que había sobre el río Ebro eran el de Tudela y el de Zaragoza.
Tan aplastante es la lógica de la naturaleza que aún hoy siguen siendo miles los desplazamientos que se realizan por la carretera de Zuera, pasando por Las Pedrosas, a las principales localidades de las Cinco Villas, incluida Ejea. Y aún más curioso resulta que además de esta ruta incluso se produzcan desplazamientos hacia la parte de Huesca, dando salida al territorio hacia Navarra, a través de Las Pedrosas.
Pero evidentemente todo esto se ve truncado desde hace años por los intereses ocultos de esas manos negras que dirigen el rumbo de este país y de esta región, acomodados en su sillón orejero acariciando su gato. Y estos intereses crean tres polos definidos que conforman un triángulo: Ejea de los Caballeros y su zona de influencia, Huesca capital y Zuera, que corre con la suerte de estar en el eje entre Huesca y Zaragoza. Y en medio de estos tres vértices queda ese espacio estepario en cuyo centro resiste nuestro pequeño pueblo: el triángulo de Las Pedrosas.
¿Y por qué ahora este escrito y no hace años si esto se viene arrastrando desde hace tiempo? Bueno, no es ahora, ni es el primer texto que reclama la importancia de Las Pedrosas, ni yo la primera persona que lo hace: ha habido muchas personas más antes que yo, pero el olvido, sobretodo cuando es resultado del empeño de los poderosos, puede más que las voces incallables de unos pocos, que quedan confundidos con el murmuro de los malabares propios de circos de altos ámbitos políticos, económicos y territoriales. La cuestión es que ayer cayó en mis manos un ejemplar de la revista ayer y hoy en cinco villas, de la segunda quincena de mayo de 2015, y en su portada se rememora el ferrocarril de las Cinco Villas, bajo el titular «El ferrocarril que soñó con el siglo XX». Sinceramente, ya empezamos mal, porque yo hubiese optado por uno de los siguientes titulares:
- Lo que intentó ser y no pudo.
- Lo que el tiempo se llevó.
- Lo que pasó por no haber sido lo que debería.
- Etc.
En fin, a lo que voy, que afortunadamente en los textos se habla de esa alternativa que hubo, que era el trazado por Las Pedrosas, de la línea de ferrocarril que debería haber vertebrado las Cinco Villas, y realmente lo hubiese hecho conectándonos directamente con Francia y el Mediterráneo, pero como siempre ocurre en este país tan nuestro, sucumbió a los intereses de quienes se empeñaron en hacer una línea a su antojo por donde nunca hubo una vía de comunicación natural, y el tiempo puso las cosas en su sitio reduciéndola a mero recuerdo.
Y hoy en día siguen empeñados en continuar con la cabezonería de poner las cosas donde no deben estar, y eso no va bien para nadie.
Nos hemos remontar al año 1973 para encontrar la publicación del proyecto del Canal de Bardenas III (según dónde se mira tiene otro ordinal), que debía unir el actual Canal de las Bardenas con la presa de Ardisa, y comunicar por tanto Yesa con el Cinca. Nada menos que 1973, y ahí sigue sin construir. ¿Su error? Está en la zona de afección del triángulo de Las Pedrosas. Hasta tal punto llega la lógica de esta construcción, que más allá de que hubiese aportado a Las Pedrosas algún pedazo de zona de regadío para evitar ser el único pueblo de las Cinco Villas que no tiene ni un sólo metro cuadrado de regadío, hubiese evitado los males del lindano en todos los municipios de la comarca. Pero las mentes manipuladoras en unos casos, y la incompetencia política en otros muchos, nos han dejado sin nuestro canal.
Tampoco hay que olvidarse de la línea de ferrocarril Zuera – Ayerbe, que forma parte del Canfranero, una vía recta, que acorta el trayecto tanto en tiempo como en distancia, pero que la mano negra oscense decidió sumir en el olvido para hacer dar a los viajeros y aún peor, a las mercancías, una vuelta sin sentido hasta la capital altoaragonesa. ¿Te imaginas un ferrocarril directo de Zaragoza a Canfranc, totalmente recto? Pues era ese, pero ya no está. ¿Y te imaginas otro que hubiese unido esa línea con Tudela, que está cerca de Castejón y es la puerta al norte y a la meseta? Pues esa alternativa se quedó en papel mojado.
Y mientras tanto, Las Pedrosas, con su antigua torre, siguen divisando el horizonte, siendo el punto de referencia que nadie utiliza, para el día en que los habitantes de estas tierras recuperen la cordura, decir «aquí estoy, no me he ido», y que se vuelva a reconocer su importancia dentro del territorio, y que los habitantes de las Cinco Villas, de Erla, de Ejea, de Luna, de Sos, de Orés, de El Frago, de Luesia, de Biel, de cualquier otro municipio, cuando vayan por esa carretera, no digan que van por la carretera de Zaragoza, o la de Zuera, porque las cosas se hablan con propiedad, y como las señales aún indican, como testimonio de la historia, digan sin temor que van a Zaragoza por la carretera de Las Pedrosas.
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