El eterno problema de los autobuses urbanos de Zaragoza
Comienza el nuevo curso y de nuevo los autobuses urbanos amenazan con sus tradicionales huelgas. Han cambiado de nombre, sí, pero siguen siendo la misma sarna con distinta careta. Desde hace años, se arrastra un conflicto entre empresa, trabajadores y ayuntamiento, que casi siempre es resuelto a golpe de talonario, talonario que al final se firma con el dinero de todos los zaragozanos. Algunos tachan a los trabajadores de insensatos o insolidarios, por querer unas condiciones laborales que la inmensa mayoría nunca hemos disfrutado, y ellos se defienden con números y palabras que justifican sus malas condiciones de trabajo.
Pero la realidad es una: cada vez pagamos más por un servicio que cada vez es peor. Las subidas del billete de los últimos años han sido directamente proporcionales al empeoramiento del servicio. El otro día mismo cogí un autobús de la línea 52 que llegó en menos de 5 minutos de la estación intermodal a Escolapios. Íbamos como jamones, colgando de las barras, y rezando a todos los santos para no estamparnos. ¿Qué tipo de servicio público es ese?
Y para colmo, estos defensores de los derechos laborales, con el señor Anadón a la cabeza, teniendo 12 meses para hacer huelga, siempre la hacen cuando perjudican única y exclusivamente al ciudadano, es decir, durante las fiestas de la ciudad. ¿Por qué no las hacen en agosto? Si la finalidad es presionar a la empresa la podrían presionar igual, pero sin fastidiar al ciudadano, pero claro, seguramente estarán de vacaciones.
Desde luego no discuto que sea necesario tratar el asunto, pero creo que no son formas. Algún día descubriremos cuántos favores debe el Ayuntamiento de la heroica ciudad a esta empresa, porque si no es por eso, no alcanzo a comprender que no se haya finiquitado de una vez el contrato, y para más inri, la nueva contrata, se hace a la medida de esta empresa.
Así que por mi parte ni el señor Anadón, ni los trabajadores de TUZSA (y me da igual que se hayan cambiado el nombre), ni la propia empresa, me merecen ningún respeto, y no me lo merecen porque ellos no están mostrando ningún respeto a los ciudadanos de esta ciudad, entre los que me incluyo, y eso se llama egoísmo, y eso es de malas personas.
Tal vez deberíamos facturar a TUZSA, o al ayuntamiento, todo el tiempo que perdemos en los autobuses por una mala gestión y un mal servicio, y luego que repercutan esta cantidad a las nóminas de los empleados, así, cuando todos estuviésemos realmente fastidiados por la situación, y a todos nos perjudicase, seguro que se podría negociar en igualdad de condiciones.
Un saludo.
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