El conflicto de AUZSA se enquista y se agravan las desigualdades entre los ciudadanos de Zaragoza
Cada mañana se repite la misma historia: encendemos la radio y tenemos las noticias de España, de Aragón, el tráfico, el tiempo y las novedades sobre la huelga de los autobuses urbanos de Zaragoza. Es la rutina a la que ya se ha acostumbrado el ejemplar ciudadano de esta inmortal ciudad, que en cualquier otra parte del mundo hubiese salido, adoquín en mano, a reclamar lo que le pertenece, pero que haciendo, como es habitual, gala de un talante y nobleza únicos, intenta comprender la situación de estos trabajadores y respeta sus decisiones.
Pero todo tiene un límite, y al final hasta el más bueno se cansa de las injusticias, porque al final, lo que están provocando AUZSA y el Ayuntamiento es crear una diferencia social entre los ciudadanos de esta ciudad nunca antes vista, diferencia estrechamente relacionada con un derecho de estos vecinos: el derecho a un transporte público digno.
Porque ahora resulta que mientras unos ciudadanos disfrutan de un servicio público rápido y sin huelgas, como es el tranvía, el resto padecen, por una parte, las consecuencias de una desorganización a conciencia de las líneas de autobús, con recorridos nada útiles y frecuencias insufribles, y por otro, las consecuencias de la huelga que afecta a la empresa que explota el servicio de autobús urbano.
¿Y por qué tenemos que consentir esto? ¿Por qué tenemos que seguir aguantando estas diferencias? ¿Es que mis impuestos valen menos que los de otro vecino? Yo creo que no, y creo que es hora de que los ciudadanos reaccionemos, y hagamos saber al Ayuntamiento que tiene que garantizarnos un transporte urbano en condiciones, que no pueden seguir mareando la perdiz, y que deben tomar una solución que ataje este problema.
Porque desde luego, a nadie le gusta que 153 personas se hayan visto despojadas de su puesto de trabajo, y menos en las circunstancias actuales, pero tampoco es de recibo es enarbolar la bandera de la solidaridad para justificar el perjuicio que se está causando a 700000 ciudadanos, porque no es justo.
A veces hay que tomar decisiones efectivas, en un corto espacio de tiempo y de manera responsable, y si quienes nos gobiernan no son capaces de tomar una decisión que resuelva este problema, que afecta a los zaragozanos y a los trabajadores de la empresa de autobuses, y permiten que los intereses de una empresa adjudicataria, que viene trayendo estos problemas desde hace años, primen sobre los derechos y bienestar de los ciudadanos y trabajadores, en esta situación, sólo podemos pensar en cosas raras referentes a estos responsables.
Porque lo primero, están dejando bien claro que les importa muy poco, por no decir nada, el estado del transporte urbano en esta ciudad, y esto viene ya de lejos, con un alcalde que ni siquiera vive en esta ciudad, y unos concejales que yo no sé las veces que cogen el tranvía o el autobús para ir a trabajar en hora punta; y lo segundo, no se puede tolerar que los intereses de esta empresa, cuyo servicio puede mejorar muchísimo, no ahora, si no de siempre, puedan poner contra la pared a casi un millón de personas.
Quizá ahora, en esta situación, sea hora de abordar el verdadero problema del transporte urbano en la quinta ciudad más grande del país: debe gestionarlo una empresa pública. Y esto cae de cajón, porque como servicio público que es, va a ser deficitario por definición, y esto hay que asumirlo, e intentar evitarlo en la medida de lo posible, que se puede; y si se puede sacar beneficio, pues mejor, porque es evidente que la gestión de un servicio así, entregada a una empresa, sólo va a causar este tipo de revuelos, porque la única forma que tiene una empresa de sacar beneficio de esto por la vía rápida es empeorar las condiciones de los trabajadores y empeorar la calidad de servicio, y no hay otra. Y encima el ayuntamiento, es decir, todos con nuestras perricas, pagamos el pato. Pues para eso pagamos directamente nuestro propio transporte y nos quitamos a este intermediario del medio, cuya única finalidad es la de enriquecerse, una posición ésta nada recriminable, desde luego, por su finalidad, pero sí por sus medios.
¿Hasta cuándo vamos a seguir así? ¿Cuándo va a tener Zaragoza unos autobuses a la altura de una ciudad de su importancia? ¿Y de la importancia de sus ciudadanos? ¿Cuándo van a dejar de reírse de nosotros de esta manera? ¿Hasta cuándo van a permitir nuestros representantes electos que esto siga así? A esta última pregunta sí que tengo respuesta, porque ya pronto hay elecciones, y todos sabemos cómo va la cosa en las ciudades grandes.
Ánimo, sufridores. Y recordad que hay formas de reclamar aquello a lo que tenemos derecho, en este caso, el transporte, mediante las pertinentes quejas. Quizá saturar el ayuntamiento con quejas sobre el pésimo funcionamiento del servicio sea un buen comienzo.
Un saludo.
Información Bitacoras.com
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